Uno de los
mejores recuerdos de mi infancia está ligado a esta maravillosa novela de Robert Louis Stevenson. Creo que como
muchos otros chicos de mi generación, gracias
a ello profesamos amor eterno a la lectura. Stevenson y Mark Twain son a mi parecer los mejores narradores de literatura juvenil de todos los
tiempos. Unen a la par entretenimiento y calidad literaria, cosas que no
siempre van unidas.
“La isla del
tesoro” que junto a “El extraño caso del
Dr. Jeckyll” son de largo las dos novelas más populares de Stevenson, es
una maravillosa novela de aventuras, con trasfondo histórico. Un género que
cultivó en una época en que la novela naturalista y sicológica estaba en boga.
Pese a su temprana muerte dejo una extensa obra que sigue admirándose por su
nivel creativo. Pero como bien dijimos antes, los relatos del escritor escocés
son además tremendamente divertidos, por lo que eran muy propicios para los
espectáculos de masas, el teatro y el cine.
Publicada por
entregas, como muchas otras novelas de la época en la publicación juvenil “Young Folks” fue su aparición en el
formato de libro el que le dio rápidamente popularidad. Llevado al cine en
numerosas ocasiones, en 1920 Lon
Chaney interpretó a John Silver el
largo.
En la primera
adaptación sonora, MGM decidió volver a unir a dos de sus principales
estrellas: Jackie Cooper y Wallace Beery
que habían protagonizado “El campeón”
uno de los mayores éxitos de la compañía. La complicidad entre ambos es una de
las mayores bazas de la cinta, aunque algunos puristas piensen que desvirtúa el
propósito inicial de la novela. Lo cierto es que Victor Fleming, que llevaba quince años en el oficio, se había
forjado una buena reputación como director de cine de acción, gracias a “El virginiano “ que catapultó al éxito
a Gary Cooper y “Tierras de pasión” su segunda cinta para el estudio del león que
convirtió en estrellas a Clark Gable y
Jean Harlow.
Fleming que
tiene en su haber películas tan importantes como “Capitanes intrépidos” y “El mago de Oz” inició su carrera en el
mundo del cine como especialista gracias a su condición de piloto de carreras.
Durante largo tiempo fue cámara de muchos filmes mudos, entre los que está la
mítica “Intolerancia” de DW Griffith.
Pese a ser el responsable de la mayor parte del metraje de “Lo que el viento se llevó”, su figura nunca ha sido apreciada
suficientemente por la crítica, lo que me parece totalmente injusto. Cuantas
páginas se han gastado glosando la obra de directores con una trayectoria mucho
menos interesante.
El hecho de
que la versión de Victor Fleming se rodara en blanco y negro, ha condicionado
el que las generaciones posteriores, la tengan en el olvido, prefiriendo la
producción de Disney rodada en
Technicolor, que protagonizó Robert
Newton. Aunque ambas versiones son estimables, yo me sigo quedando con la
vieja cinta de la Metro. Será que siento predilección por Wallace Beery, un actor injustamente olvidado al que prefiero en
este papel, frente a la histriónica interpretación de Newton. De otro lado está
el carisma de Jackie Cooper, el primer gran actor infantil de la MGM, precursor
de un trío conformado por Mickey Rooney
y Freddie Bartholomew que
protagonizaron la maravillosa “El
demonio es un pobre diablo”.
Las estupendas
actuaciones de Lewis Stone y Lionel
Barrymore y Charles 'Chic' Sale, como el alunado Ben Gumm, ayudan a que
esta añeja aventura, siga guardando el encanto que tiene la perdida niñez en
nuestros corazones.
P.D. Jackie Cooper reverdeció viejos laureles en la década
de los ochenta, interpretando a Perry White el poco escrupuloso editor del
Daily Planet en la popular saga de Superman protagonizada por Cristopher Reeve.
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