Y volvemos con Raoul Walsh, uno de mis autores preferidos en la historia del cine.
Como he dicho en otras ocasiones sólo con sus películas pudiera llenar este
blog de calidad. El título de mi humilde
publicación “Clásico y divertido” encaja a las mil maravillas con la producción
de este gran director de cine.
Encajada entre una prolífica
actividad que envolvía cintas de aventuras, de cine negro, western y
hazañas bélicas, “Un león en las calles”
es un magnífico drama que narra la andadura vital de un político populista y
demagogo en el profundo sur de los Estados
Unidos.
Basada en un best –seller editado en
1945 y que fue la primera novela del escritor Adria Locke Langley, su
historia estaba basada en la vida del político demócrata Huey Long que llegó a gobernador y senador por Louisiana, asesinado
en 1935. El mismo año en que fue publicada, el propio Cagney ya había adquirido
los derechos de la novela. Inspirado en
el mismo personaje, un año más tarde salió al mercado una novela titulada “Todos los hombres del rey” cuyo autor Robert Penn Warren recibiría el
Pulitzer el año 1947 por esa narración. En 1949 fue llevada al cine por Robert Rossen en una cinta que en
España se estrenó con el título de “El
político” con Broderick Crawford
en el papel estelar.
La cinta de Rossen oscarizada como
mejor película y que también consiguió para Crawford la estatuilla al mejor
actor, fue elevada a lo más alto por la crítica. No obtuvo el mismo respaldo el
filme de Walsh, al ser comparado con el de Rossen, saliendo aparentemente mal
parada en la confrontación. Un juicio a mi parecer del todo injusto.
Lo primero que se puede argumentar es
que Rossen emprende la narración en un tono de falso documental. Utilizando en
ocasiones actores no profesionales y utilizando para el papel protagonista a un
actor de carácter, que tuvo una efímera carrera como actor estelar, trabajando
asiduamente para la televisión.
Por el contrario “Un león en las
calles” está concebida a la mayor gloria de James Cagney, una auténtica
estrella que había decidido por medio de su propia productora, controlar su
propia carrera. La colaboración de Walsh y Cagney tiene un título que pasó a
los anales del cine negro “Al rojo vivo”,
donde el carismático actor interpretaba a un despiadado gangster. Su
anterior película “El precio de la gloria” de John Ford, era un remake de una
de las mejores cintas mudas de Walsh, donde Cagney recreaba al famoso sargento
chusquero que en la primera versión había encarnado Victor McLaglen.
Cagney vuelve a estar intenso y
eléctrico en esta estupenda cinta de Walsh. Un largometraje que denuncia los
peligros del populismo en la sociedad, sin por eso dejar de ser un melodrama
barroco planteado con mucho fuego. Como me decía un viejo profesor “Hay que
instruir deleitando”.
PD. Barbara
Hale la protagonista femenina, fue muy asidua en los platós de televisión.
Especialmente en su etapa en la serie de Perry Mason. Frank McHugh, un
estupendo secundario y amigo de James Cagney intervino con él en once cintas,
siendo esta la última ocasión en que ambos coincidieron.
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