“Petición de mano”, “El oso” y “La boda”
son tres piezas teatrales en un acto, que Anton
Chejov escribió entre 1888 y 1889. Son chispeantes comedias poco
frecuentadas, si las comparemos con “La
Gaviota, “El jardín de los cerezos “ y “Tio Vania” sus obras dramáticas más
conocidas. En todas ellas, al igual que en sus maravillosos relatos, destaca su
aguda percepción de la condición humana.
En 1954 Antonio Petrucci, que durante los cinco
años anteriores había sido el director del festival de cine de Venecia, se
estrenó como director de ficción, combinando esas tres historias, en un
divertido largometraje que incluía a cuatro grandes figuras del cine italiano. Mientras tres de ellas: Vittorio de Sica, Valentina Cortesse y Alberto Sordi tuvieron una
larga trayectoria, Silvana Pampanini,
en aquel momento una auténtica estrella, ha ido quedando en el olvido.
Precursora de
las luego llamadas “Maggiorata” (Mangano, Loren, Lollobrigida) Pampanini se dio a
conocer en el certamen de Miss Italia 1946, donde recibirá el máximo premio ex –equo
con la ganadora oficial Rossana Martini, ante la petición del público
asistente. Formada como cantante (su abuela fue una famosa soprano), fue pronto
captada por el cine, donde logró una popularidad que rebasó las fronteras
italianas. En España sin ir más lejos, fue muy popular entre los caballeros por
sus opulentas formas.
Iniciando su
carrera cinematográfica con un ritmo frenético, (llegó a filmar hasta ocho
cintas en un año) tuvo un rápido declive, debido en parte a su enfrentamiento
con el poderoso productor Morris Ergas.
Este ofendido tras perder un juicio donde reclamaba los enormes gastos de la diva,
puso toda su influencia para que se le cerraran las puertas de los principales
estudios italianos. Ese carácter volcánico que tantos quebraderos de cabeza le
procuró en su vida sentimental y profesional,
daba brillo a sus actuaciones.
“El matrimonio”
no es una obra maestra, pero merece mayor atención que el que se le ha dado. Una
comedia rodada con gusto, que nunca cae en la vulgaridad, algo que hoy
desgraciadamente no es tan habitual. Sirva esta reseña como sencillo homenaje,
a una Dama que hizo más agradable la vida, a nuestros padres y abuelos.
P.D. Antonio Petrucci sólo rodó otro filme más de ficción “No soy culpable” con Eduardo de
Filippo. Director también de “La grande
hora” un estupendo documental sobre el concilio Vaticano II. Escritor de la
historia en que se basó “Viva Italia” de
Rossellini, fue asimismo asesor en la famosa cinta americana “Las sandalias del pescador”.
Morris Ergas se encargó de producir la magnífica “El general de la Rovere” de Rossellini.
En esta cinta protagonizada por Vittorio De Sica, debutó Sandra Milo que luego se casaría con el famoso productor,
protagonizando una tempestuosa relación que ocupó los titulares de las revistas
del corazón en los años sesenta.
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