martes, 28 de enero de 2014

San Francisco (1936) Este si que fue un terremoto.


A veces cuando uno se enfrenta ante una cinta tan conocida y que además ama tanto no sabe que escribir. Bueno creo que bastaría con decir si no la han visto no se la pierdan. Y en este caso no andaría herrado pues se trata de uno de los filmes más divertidos que he visto a lo largo de mi vida.

 

“San Francisco” es ante todo Clark Gable. Su presencia llena toda la película de cabo a rabo. Embutido en el papel del amoral Blackie Norton, ofrece una de las interpretaciones más carismáticas de su carrera. Ese adorable canalla que Gable interpretaba a la perfección y del que aquí da la imagen definitiva.


Y eso que “El Rey” no estaba muy conforme con la compañera de reparto que le habían colocado. Acostumbrado a las sensuales Mirna Loy, Joan Crawford, Jean Harlow…después de haber compartido cartel con estrellas del calibre de Claudette Colbert y Norma Shearer, le resultaba difícil el hacerlo con una estrella conocida por sus habilidades canoras.  Pensaba que resultaría estúpida su imagen observando como ella cantaba. Lo cierto es que Jeanette McDonald era una de las estrellas más importantes del estudio, después de su etapa en Paramount, en los estudios de MGM no había hecho más que cosechar éxitos desde su primera cinta, la estimable “El gato y el violín” junto a un extrovertido Ramón Novarro.


La película que junto a “El gran Ziegfeld” era la gran apuesta del estudio en 1936, contó con un magnífico Spencer Tracy como el Padre Mullin, era la  primera vez que el actor interpretaba a un sacerdote y sería también la primera vez que sería nominado al oscar al mejor actor. Recompensa que lograría justo un año después por su emotivo marinero Manuel en “Capitanes intrépidos”. Otro actor que está magnífico es Jack Holt en la piel de Jack Burley el aristocrático y taimado antagonista de Blackie Norton. Holt que había comenzado como especialista en el cine, protagonizó muchas cintas mudas del oeste, de su periodo en el cine sonoro este es sin duda su papel más recordado. Uno de los papeles más sensibles de la película es el viejo profesor de música al que da vida  Al Shean. Su dúo en el vaudeville junto a Gallaher le proporcionó cierto nombre, aunque hoy es mucho más conocido por ser el tío de los famosos hermanos Marx.



Si los efectos especiales realizados por James Basevi, Russell A. Cully y A. Arnold Gillespie, conmocionaron al público en su estreno, hoy cabe detenerse un instante en el maravilloso texto obra de Anita Loos. Es un guion muy bien trabajado, por lo que consigue mantener la atención del espectador a lo largo de toda la proyección.



W.S. Van Dyke tardó algo más de dos meses en terminar la película, consiguiendo que todo llegara a buen puerto. La camaradería entre Gable y Tracy quedó patente en la película donde es evidente el feeling entre ambos. Con respecto a su pareja en la cinta, Gable que  por aquel entonces había comenzado a salir con Carole Lombard, dedidió tomar unos espaguetis con mucho ajo, justo antes de besar por primera vez a la actriz. Esta de la impresión a poco se desmalla. Otro de los puntos de fricción del rey consistía en la última escena de la película donde oraba de rodillas pidiendo perdón, alegando que resultaba poco viril. Para contentarlo el director decidió filmarlo de espaldas.



Jeanette McDonald en el papel de la cantante Mary Blake, interpretó toda suerte de melodías populares y arias de ópera. Pero ninguna alcanzó la popularidad de la canción que da título al filme y que compusieron Bronislaw Kaper y Walter Jurmann , con letra de Gus Kahn. Un momento mágico en la historia del cine, antes de que empiece a temblar la tierra.



P.D. El famoso terremoto de la ciudad, ya había sido el climax de la cinta muda “Orgullo de raza” (http://ramonnovarr.blogspot.com.es/2013/11/orgullo-de-raza-1927-en-el-viejo-san.html)

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