Uno de los
mayores iconos de la música americana es sin lugar a dudas Glenn Miller. Su muerte en extrañas circunstancias, ayudó aún más a
extender una leyenda que ya se había forjado en vida. La época de las “Big band”, un periodo que se puede
situar entre 1933 y 1945, estuvo jalonada por multitud de bandas que tocaban un
jazz bailable al que se le puso genéricamente el nombre de swing. Como en casi todas las innovaciones en el jazz, el pionero
fue un músico afro americano llamado Fletcher
Henderson. Pianista y líder de una
banda desde los años veinte, había contado siempre con intérpretes de primera
fila. El más conocido sin duda Louis
Armstrong. Lo cierto es que Fletcher Henderson junto a su hermano Horace
fueron puliendo un estilo al que progresivamente dieron forma.
Pero la
repercusión a nivel popular no llegaría hasta que Benny Goodman, utilizara los
arreglos de Henderson para su propia banda.
El éxito del clarinetista blanco, influyó en toda una pléyade de bandas
que surgieron en los subsiguientes años. Muchos como Goodman , eran músicos que
llevaban una década dedicándose a tocar jazz, como los hermanos Dorsey: Tommy y Jimmie y otros más jóvenes
como el elegante Artie Shaw. Músicos
de color como Armstrong, Duke Ellington
o Count Basie también se subieron al carro del nuevo ritmo.
Mientras tanto
un trombonista nacido en el medio oeste, que llevaba muchos años en la música
intentando conseguir el éxito, luchaba por conseguir un sonido que le
diferenciara del resto. Tras muchos intentos infructuosos, al fin logró
alcanzarlo gracias a dos temas, uno lento y romántico “Moonlight serenade”, el otro ágil y con ritmo “In the mood”. Fue tal la
repercusión de este último, que su nombre alcanzó tal fama que en poco tiempo
se elevó por encima del resto de las formaciones. Miller protagonizó una
carrera meteórica de apenas tres años. que se vio truncada profesionalmente,
con la entrada de Estados Unidos en el conflicto mundial. No obstante su
popularidad no decreció, al formar una
banda militar cuyos conciertos fueron transmitidos a través de las ondas.
Desaparecido trágicamente en el canal de la mancha, su muerte dio lugar, a todo
un abanico de teorías de lo más dispar.
Lo cierto es
que cuando casi una década después, los estudios Universal deciden llevar a la
pantalla la vida de Glenn Miller, saben que están jugando a caballo ganador-
Por eso eligen como protagonistas a James
Stewart y June Allison, que ya habían arrasado en la taquilla, con la
conmovedora historia de otro héroe popular americano Monty Stratton. La magnífica interpretación que hace Stewart del
personaje, hace que para muchos aficionados la imagen iconográfica que
recuerdan de Miller, es la del propio Stewart. Anthony Mann por su parte dirige con eficacia esta cinta,
maravillosamente fotografiada en color por el ya veterano William Daniels. Los músicos de la banda de Miller volvieron a
recrear sus éxitos más famosos, interviniendo además figuras del jazz de la
talla de Louis Armstrong, Ben Pollack,
Barnie Bigard, Cozy Cole entre otros.
“Música y lágrimas”
tiene una calidad muy superior a la de la mayoría de biopic sobre figuras de la
música. El buen hacer de todo el equipo que en ella intervino, hacen que este
filme siga en el recuerdo de los buenos aficionados a la música y al cine.
P.D. La orquesta de Glenn Miller,
con el lógico cambio de músicos sigue dando conciertos en la actualidad. Miller
intervino tres veces en el cine. Como trombonista en la orquesta de Ray Noble
en uno de los números de The big broadcast of 1936 y ya con un papel importante
y números de su orquesta en “Tú serás mi marido” (Sun valley serenade 1941) y “Viudas
del jazz” (Orchestra wiwes 1942). Uno de los temas que se oyen en la película “Adiós”
fue compuesto por el estupendo músico catalán Enric Madriguera, director de una
de las mejores orquestas tropicales de la época. Por su parte June Allison y
James Stewart volverían a ser dirigidos por Mann al año siguiente en “Acorazados
del aire”
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