Para la
mayoría de los aficionados al cine, el nombre de Robert Stevenson es sinónimo de las mejores cintas de imagen real
de los estudios Disney. El director británico se ocupó durante la década de los
sesenta de títulos tan famosos como “Un
sabio en las nubes”, “Ahí va ese bólido”, “La bruja novata” y desde luego “Mary Poppins” que le valió la
nominación al oscar.
Pero volvamos
dos décadas atrás, cuando Stevenson se hallaba en Hollywood, contratado por el productor David O´Selznick. Después de proyectos
de no demasiado fuste, la Fox le daba la oportunidad de rodar una cinta de gran
presupuesto. El reparto lo encabezaba Joan
Fontaine y Orson Welles, junto a la niña Margaret O´Brian que empezaba a ser muy popular.
Jane Eyre, fue
publicada en 1847, escrita bajo seudónimo por Charlotte Bronte, hermana de otras dos célebres autoras Ann y sobre
todo Emily con su mítica obra Cumbres
borrascosas. Las tres murieron jóvenes aquejadas de tuberculosis, pero su
obra, especialmente las dos grandes novelas de Charlotte y Emily siguieron
manteniendo su vigencia con el paso de los años. Solo hablando de Jane Eyre, el
número de adaptaciones hasta la fecha de hoy llega a la docena.
De entre todas
ellas, esta es sin duda mi preferida. Pese a los peros que se le han puesto. El primero y más evidente para
los que conozcan la novela original, es que en ella la protagonista es una
chica poco agraciada, nada que ver con la belleza de Fontaine. Lo que ocurre es
que el Hollywood de los años cuarenta era una fábrica de ilusiones, no un
documental soviético. El público quería ver mujeres glamurosas y hombres
viriles como Welles.
El joven y
díscolo genio tuvo que refugiarse en el oficio de actor, para seguir vivo en el
mundillo artístico. El mayor defecto del viejo sistema de estudios, consistía
en dejar poco espacio a la iniciativa personal,
especialmente si esta era tan desbordante como la de Welles. Algunos hablan de
una participación de Welles asesorando a
Stevenson en el rodaje de la película, pero lo cierto que nada se ha podido
demostrar. Lo cierto es que con o sin ayuda, Stevenson hizo un filme brillante,
apoyado en la fotografía en blanco y negro de Georges Barnes que ya había participado en Rebecca.
Precisamente
el segundo mayor defecto de la cinta para muchos, es intentar remedar el
ambiente opresivo del filme de Hitchcock. Yo lo único que puedo ver es la
maravillosa dirección artística dela cinta, que nos hace rememorar una
tenebrosa Inglaterra pre victoriana. El brillante escritor británico Aldous Huxley , vuelve a realizar una
gran adaptación de una novela del siglo XIX, tras su estupenda labor con la
adaptación de “Orgullo y prejuicio” que protagonizaron Greer Garson y Laurence
Olivier.
No quisiera terminar el artículo,
sin recordar la gran partitura de Bernard Hermann, la guinda que faltaba para coronar
este maravilloso menú cinematográfico.
P.D. Además de Bernard Hermann
que ya había trabajado con
Welles en Ciudadano Kane, otro viejo amigo del Mercury Teatre intervino en la
redacción del guion el luego productor John
Houseman. Como ya comentamos en el post de Fuego de juventud (http://ramonnovarr.blogspot.com.es/2014/01/fuego-de-juventud-1944-vamos-saltar-el.html)
Liz Taylor tuvo uno de sus primeros
papeles como la compañera en el orfanato de la joven Jane, interpretada aquí
por Peggy Ann Garner. En 1946 la Warner produjo una cinta titulada "Devotion" en la que Ida Lupino y Olvia de Havilland interpretaban a Emily y Charlotte Bronte.
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