Como muchas
otras películas producidas durante nuestra contienda civil, “La encontré en
Paris” se estrenó en España cinco años después en 1942. Seguro que el numeroso
público que acudió a verla, disfruto con esta comedia de evasión tan distante
del tumultuoso mundo real. Aunque el título de la película alude a la inmortal
ciudad del Sena, donde realmente se desarrolla la acción es en una estación de
esquí en Suiza.
Los llamados
deportes de invierno, serán fuente de numerosos gags, en esta animada farsa con
un interesante triángulo amoroso. Melvin
Douglas y Robert Young todavía eran meritorios, mientras que Claudette Colbert era una auténtica
diva. No solo había ganado la estatuilla por “Sucedió una noche” de Capra, su popularidad se debía también a los
papeles de Popea y Cleopatra, en las cintas dirigidas por De Mille, además de cautivar al público con melodramas tan
emblemáticos como “Imitación de la vida”.
Si en la
mayoría de los géneros destacaba, era en el de la comedía donde la pizpireta
actriz francesa daba lo mejor de sí misma. Precisamente la cinta que traemos
hoy al blog, es la tercera comedia de la Colbert tras la mítica “Sucedió una
noche”. La anterior titulada “La novia que vuelve” contó al igual que el resto con
la dirección de Wesley Ruggles y la
actuación de Robert Young. El autor del
guion Claude Binyon adquirió fama
por sus corrosivos artículos a lo largo de casi ocho años en las páginas de
Variety. Contratado por Paramount su primer trabajo fue la película de
episodios “Si yo tuviera un millón”.
Autor de los guiones de las tres cintas
dirigidas por Ruggles con la Colbert, permanecería en la Paramount hasta 1946.
Para que todo
guarde un equilibrio completo, nos falta mencionar otro nombre, Melvin Douglas.
El estupendo actor americano rodaría ese mismo año su primera cinta con Ernst
Lubitsch, se trata de “Angel” con
una Marlene deliciosa. Pero no lo estaba menos Claudette Colbert en el
siguiente filme de Lubitsch “La octava
mujer de barba azul”.
Creo que he
dejado claro que “La encontré en París” es sin duda una obra menor si la
comparamos con otros títulos contemporáneos de la Colbert. Lo que no quita que
siga siendo una elegante comedia, divertida y con su poquito de picante. Los
amores a tres bandas en la vida real son muy complicados, pero en el cine
siempre nos hacen disfrutar. Es más, un amor apenas esbozado al principio de la
cinta (Berk Sutter) aparecerá en el desenlace para complicar aún más la jugada.
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