"La única
persona que ha tenido para mí una actitud acertada acerca del boxeo en el cine
ha sido Buster Keaton".
Esta
afirmación que proviene de Martin Scorsese en pleno rodaje de “Toro salvaje”,
no puede dejar de sorprender, ya que a “El boxeador” se le ha tenido siempre
como una de las cintas menores de Keaton. Realizada justo antes de su
indiscutible obra maestra “El maquinista de la General”, puede que la aureola
que rodea a la legendaria comedia, haya
eclipsado a un flime tan maravilloso como este.
Buster Keaton que
comenzaba en el cine, realizando pequeños papeles en los cortos del gran Fatty
Arbuckle, había ido evolucionando desde sus primeras cintas como protagonista
estelar, en las que abundaban las caídas y golpes propios del slapstick, a una
comicidad más sutil desde su segundo largometraje “La ley de la hospitalidad”.
Precisamente en su cuarto largo “El navegante” encarnaba a Rollo Treadway un
apocado miembro de la alta sociedad del que parece un calco Alfred Butler, el
personaje que interpreta en el boxeador.
Si acaso aún
más melindroso, el joven mimado hasta en lo más nimio, recibe la sugerencia,
que es más bien una orden, de que vaya de excursión a las montañas, con la
esperanza de que al valerse por sí mismo se convierta en un hombre. A la
aventura se dirige el intrépido Alfred en su lujoso coche acompañado de su
inseparable mayordomo (Snitz Edwards ) .
En la lujosa tienda de campaña el millonario sigue llevando la misma forma de
vida regalada que llevaba en la ciudad, atendido por el mayordomo hasta en lo
más indispensable, lo que provoca uno de los momentos más divertidos de la
cinta. En una de sus ridículos intentos de cazar, sentado en una barca, pierde
el equilibrio y cae al rio, siendo salvado por una hermosa chica (Sally Ó´Neal)
de la que se enamora.
-Desearía casarme con esa hermosa
chica de la montaña (Alfred)
-Se lo arreglaré señor (El mayordomo)
De esta forma
el resuelto sirviente se dirige a visitar al padre y el hermano de la chica,
dos feraces montañeses que se oponen a la relación, alegando que Alfred es un
debilucho. Este les responde que están equivocados, mostrándoles la imagen de
un boxeador que se llama igual que su amo Alfred Butler, asegurándoles que quien
la pretende es el famoso astro del ring.
Aquí
comenzaran una serie de enredos de los que será cada vez más difícil
desprenderse. La trama de la película, aunque tomada de una obra musical de
Broadway, sufrió una gran transformación al ser llevada a la pantalla,
adaptándose como un guante a la subyugante personalidad de Keaton, que en esta
historia de superación personal, logra una de sus actuaciones más memorables.
Sinceramente creo, que jamás como en esta cinta, el mundo del boxeo haya
resultado tan divertido.
P.D. Snitz Edwards fue un secundario habitual en las cintas mudas de la década de los 20, interviniendo en filmes tan populares como "El ladrón de Bagdad", dos filmes más con Keaton (El colegial y Siete ocasiones) pero sobre todo es conocido como el miedoso tramoyista Papillon de la mítica "El fantasma de la ópera" protagonizada por Lon Chaney.
No hay comentarios:
Publicar un comentario