jueves, 5 de diciembre de 2013

La amargura del general Yen (1933) El color no es lo que importa.


Uno de los mayores tabúes de la sociedad a lo largo de los siglos y que todavía sigue vigente, es el del amor interracial. Las trabas sociales e incluso penales que llevaban consigo, han sido habituales en diferentes culturas y religiones. En la Norteamérica de los años treinta del siglo pasado, era visto en amplias capas de la población, como algo casi “demoniaco”. En su magnífica autobiografía “El nombre delante  del títuloCapra achacaba a estos prejuicios el que su cinta “La amargura del general Yen” no tuviera la acogida esperada.


Situada justamente en el umbral, de la que sería una larga lista de éxitos, este exótico drama fue cayendo progresivamente en el olvido, ante el fulgor de su obra posterior. Al frente del reparto se hallaba Barbara Stanwyck, que ya había rodado otras tres cintas con el director nacido en Sicilia. Aquí interpreta a Megan David, una joven americana que recién llegada a China para contraer matrimonio con un misionero protestante (Gavin Gordon),  es raptada por un poderoso señor de la guerra, el general Yen (Nils Asther ) .


En un ambiente de pavorosa guerra civil, en que la vida humana carece de valor, donde se lucran personajes tan corruptos, como el traficante de armas Jones (Walter Connolly), surge al igual que una hermosa orquídea entre el fango, el apasionado romance entre el despótico militar y la inocente misionera.

 

Esta obra Impregnada de un sutil erotismo, que parece impregnarlo todo, es ante todo un canto al perdón y a la redención de las personas, aunque los medios que se utilicen difieran de los estrechos cauces de la moralidad puritana. Un mensaje de libertad y respeto para los que son diferentes a nosotros. Desgraciadamente estos aires de renovación, quedaran cercenados cuando poco después se empiece a aplicar el Código Hays.

 
 

Planteada como una producción de prestigio, utilizando numerosos extras, goza de estupendos decorados y un imaginativo vestuario de  Robert Kalloch y Edward Stevenson. El talento de la  cámara de  Joseph Walker, fotografía la espléndida anatomía de la Stanwyck como en ninguna otra película. La acreditada dirección de actores de Frank Capra, propicia unas actuaciones esplendidas por parte de los dos amantes, describiendo cada matiz de sus complejas personalidades. Estos son algunos de los atractivos de esta tragedia romántica, considerada por su director, como una de sus cintas favoritas, si pueden verla es muy posible que coincidan con él.

Nils Asther ya había interpretado a un villano oriental en Orquídeas salvajes con la Garbo

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