¡Mora que a mis plantas lloras
porque a tu pecho desgarro!...
¡Alma de temple bizarro!
¡Corazón de cimitarra!
¡Flor la más bella del Darro
y orgullo de la Alpujarra!...
¡Mora en otro tiempo atlética
y hoy enfermiza y escuálida,
a quien la pasión frenética
trocó de hermosa crisálida
en mariposa sintética
Estos
divertidos versos de “La venganza de Don Mendo”, nunca sonaron mejor que en la
magnífica voz de Fernando Fernán Gómez.
Sus dotes histriónicas eran perfectas
para encarnar a este bufo noble. Polifacético hasta decir basta, se prodigó en
todos los géneros literarios, fue uno de los actores más populares del cine
español y dirigió un puñado de obras maestras.
Frente a
trabajos muy personales, con películas tan insólitas y geniales como “El extraño viaje” y “El mundo sigue”,
adaptó con éxito obras de Wenceslao Fernández
Flórez , Miguel Mihura, y esta que hoy nos ocupa, fruto del ingenio de Pedro Muñoz Seca.
El autor
natural del Puerto de Santa María, fue uno de los más exitosos y prolíficos en
la primera mitad del siglo XX. Una época de gran animación para el teatro
español, gracias al talento de Jacinto Benavente, Los hermanos Álvarez Quintero, Manuel y Antonio Machado, Carlos
Arniches…entre muchos otros. Muñoz Seca, cultivador principalmente del
género humorístico, se especializó en un tipo de teatro al que se denominó “Astracán”, que consistía en parodiar
los grandilocuentes dramas del neo-romanticismo. Cuando se estrena “La venganza de Don Mendo”
en 1918, todavía son muy frecuentes en la escena, estos vestigios de teatro
dramático en verso, que si en Villaespesa
y Marquina, alcanzaron talla artística, en sus frecuentes imitadores, acabó
produciendo piezas donde el falso efectismo y la cursilería eran la norma común.
Si con “Don Quijote”, Miguel de Cervantes, acabó con la afición al género de caballerías,
no es menos cierto que “La venganza de Don Mendo” fue decisiva para que el
afectado teatro tardo-romántico fuera perdiendo adeptos. En contraste, esta “caricatura de tragedia”, como fue
definida por su autor sigue manteniendo el favor del público, ya que desde su
estreno ha sido representada ininterrumpidamente hasta el día de hoy.
La querencia
de Muñoz Seca por el cine, se hace evidente por sus muchas adaptaciones al
medio desde el temprano 1913. Autor asimismo de los diálogos de varios de los
primeros largometrajes rodados en español. Tras su muerte, muchas de sus obras
fueron adaptadas tanto en España como en México.
Fernán Gómez
pensó en un principio construir unos muy modestos decorados, similares a los
utilizados por las modestas compañías ambulantes. Pero injerencias de
producción le obligaron a montar otros más complejos, que sin embargo,
delataban su procedencia teatral. En algunos momentos, se pasa a rodaje en
exteriores, como si el genial director, quisiera parodiar el Enrique V de Oliver, finalizando la obra
sobre el escenario de un modesto teatro, a semejanza de la distinguida
película.
Su
interpretación magistral del personaje, que ya ha quedado como canónica, es
secundada por la afortunada aparición de Juanjo
Menéndez como Don Pero y Antonio Garisa en el papel del frívolo
monarca Alfonso siete. También disfrutaremos con la bella Paloma Valdés que encarna a Magdalena, causante del deshonor de Don
Mendo. La actriz vallisoletana que en Enero de 2013, presentó su autobiografía, apenas se dedicó once años a
la profesión, pero en ese breve discurrir nos dejó una perenne huella de su
talento y hermosura. Para ella va dedicado, este sencillo homenaje, en la que
es su interpretación más recordada.
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