domingo, 1 de diciembre de 2013

El hombre que vino a cenar (1942) La insoportable levedad del crítico.

 
 

La radio que en la década de los treinta, definitivamente había penetrado en todos los hogares de Estados Unidos, fue el vehículo idóneo de críticos de lengua viperina, que disparaban sus venenosos dardos ante el alborozo de una audiencia complacida. Alexander Woollcott sino fue el más célebre de todos, probablemente si resultó el más ácido.

Este culto y desagradable personaje, inspiró a los populares autores George S. Kaufman y Moss Hart una de sus obras más divertidas “El hombre que vino a cenar”. Era tal la identificación con el crítico, que los autores invitaron al propio Woollcott a que interpretara el papel de Sheridan Whiteside su alter ego de ficción. Al rechazar este la propuesta, sería Monty Woolley el que con gran éxito defendiera el personaje sobre los escenarios.

 

Como era habitual en las obras que tenían una notable repercusión, Hollywood adquirió los derechos para llevarla a la gran pantalla. De la adaptación se ocuparon la brillante pareja de hermanos Julius y Phillip Epstein, que ese mismo año firmarían el guion de la mítica Casablanca. La cinta dirigida con un gran ritmo por William Keighley, un artesano para todo de los estudios Warner, comienza con la inoportuna caída del desagradable Sheridan Whiteside, en el rellano del hogar de los Stanley, una prominente familia de Ohio con los que ha quedado a cenar. Obligado a permanecer en la casa, al no poder moverse, impone a todos sus despóticas maneras, convirtiendo el hogar de hecho en su cuartel general. Cuando su eficiente y abnegada secretaria, se enamora de un joven del lugar, Sheridan prolongará su convalecencia para lograr que no le abandone.



El filme que en todo momento, es rico en situaciones de gran comicidad, gira en torno a la arrolladora personalidad deWoolley. Monty Woolley  en la primera etapa de su vida fue un prestigioso profesor de Harvard, experto en artes escénicas, su amistad con el mítico compositor Cole Porter, le abrió las puertas de Broadway donde alcanzó el éxito como director de algunos de los mejores musicales de la época. Cada vez más involucrado en el mundo de la farándula, a partir de 1936 abandonó su cátedra y empezó una ascendente carrera como actor. Después de intervenir en pequeños papeles en cintas tan recordadas como “Medianoche”, su magnífica encarnación teatral del acerado crítico, le dio la oportunidad de volver al cine con papeles hechos a su medida, siendo el de Sheridan Whiteside, el más recordado.



Aunque ya contaba con una prestigiosa carrera a sus espaldas, Bette Davis aceptó  el papel menor de la sufrida secretaria, siendo notable como en ella era habitual su actuación. El resto del reparto de notables secundarios, cumple a las mil maravillas en esta alucinante farsa, que satiriza a unos líderes de opinión, que hacen del insulto la base de su éxito… ¿Les suena?
                   El cómico y cantante Jimmie Durante también intervino en esta película
                               Buggs Bunny protagonizó este maravillosa parodia del filme

2 comentarios:

  1. Estupenda película para estas fiestas que se aproximan, para disfrutar con sus diálogos y pasarlo bien, muy divertida y muy recomendable.

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