El primer
recuerdo que guardo de Joan Fontaine,
fue cuando siendo muy pequeño acompañado de mi madre y mi hermano vi en el cine Ivanhoe.
Formaba parte de aquellos míticos programas dobles donde te podías
encontrar a “Los hermanos Marx”. “Abbott y Costello”, “Las
minas del rey Salomón”, o confraternizar con toda una serie de musculosos
héroes, que poblaban las populares cintas de romanos. En ese contexto donde
también se exhibían las fantasías orientales de María Montez y las selváticas peripecias del Tarzán de Johnny
Weissmüller, me topé con esta maravillosa cinta de aventuras.
Para cuando
Joan Fontaine rueda Ivanhoe, su carrera había empezado a declinar. Iniciada a
finales de la década de los treinta, ejerció sin bailar de pareja de Fred Astaire en “Señorita en desgracia”, hizo de prometida impertinente en “Gunga
Din” y participo del reparto exclusivamente femenino de “Mujeres”. Sería el
mítico productor David O´Selznick, quien
le proporcionaría el papel por el que ha pasado a la historia del cine, la
joven señora de Winter en “Rebeca” debut de Alfred Hitchcock en Norteamérica. La cinta fue un éxito en todo el
mundo, ganó el oscar a la mejor película y Joan fue nominada por primera vez
como la mejor actriz. Un año después con Sospecha,
nuevo filme del director británico, alcanzaría el codiciado galardón.
Un romántico
drama en las montañas suizas “La ninfa
constante”, deparó a Fontaine su última nominación a los premios de la
academia. Algo totalmente injusto si
tenemos en cuenta, las magníficas interpretaciones que ofreció en los
siguientes años. Encarnó como nadie a Jane Eyre, en la maravillosa adaptación
de la novela homónima dirigida por Robert
Stevenson y que aquí conocimos como “Alma
rebelde”. Allí coincidiría con una niña que hacía una pequeña intervención “Elizabeth
Taylor”. Otros papeles para recordar son la insatisfecha Dona de “El pirata y la dama” (1944), la
arrogante Joanna en “El vals del
emperador” (1948) y la intrigante Christabel de “Nacida para el mal” (1950). Pero dejando las dos cintas de Hitchcock,
la interpretación más aclamada de Joan Fontaine, es la de Lisa, la desdichada
autora de la “Carta de una desconocida”./carta-de-una-desconocida-1948-el-amor.html
Si en la primera
cinta de Hitchcock, tenía como rival, el fantasma de Rebecca de Winter, en esta
magnífica versión de la novela de Sir Walter Scott, es otra Rebecca una judía de
York, a la que debe enfrentarse por el amor del apuesto Ivanhoe. Elizabeth
Taylor en el apogeo de su belleza, se enamora del bravo caballero, al que da
vida Robert Taylor, un actor cuya
carrera se había revitalizado gracias a su intervención en la épica “Quo Vadis”. El cuarto en discordia es
el siempre excelente George Sanders,
encarnando al normando De Bois-Guilbert.
Aquí Joan Fontaine haciendo gala de su belleza serena, compone una Lady
Rowena que representa la majestad de su linaje con la más exquisita naturalidad.
Película de
aventuras de raza. Con escenas de acción que se encuentran entre las mejores
del género, espectacularmente
planificadas por el artesano Richard Thorpe y puestas en imágenes de
vivo Technicolor por el avezado cámara Freddie
Young. Dos guionistas de talla como Noel Langley y Æneas MacKenzie, son los
responsables de unos diálogos que por su brillantez, son poco comunes en el
género. La extraordinaria música de Miklos
Rozsa, da el empaque necesario a esta bella producción, que al contrario de
muchas otras vistas en el centenario Teatro
Bretón, sigue emocionándome cada vez que la veo.
Desde ayer, en
otro palenque mucho más regio, que el edificado para Ivanhoe, se yergue la
esbelta figura, de la ya inmortal Joan Fontaine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario