-Tiene que ser una maravillosa cena para dos. Quizá no
probemos bocado, pero ha de ser maravillosa.
-Entendido, barón.
-Y, camarero…
-¿Sí, barón?
-¿Ve esa luna?
-Perfectamente, barón.
-Quiero esa luna en el champaña
-Sí, barón. (Apuntando). La luna en el champaña
-Respecto a ti…no quiero ni verte
Lo cierto es que me resistía a
escribir una entrada sobre esta famosa película. Basta con una somera
navegación por el ciberespacio, para darse cuenta de que hay decenas de post,
mucho mejor informados y escritos, que valoran esta cinta. Pero he llegado a la
conclusión de que si gracias a leer mi modesto blog, alguien descubre esta
prodigiosa comedia, habrá cumplido con creces su objetivo.
Nos hallamos ante una maravillosa
cinta, exponente de una manera elegante y sofisticada de contar las cosas,
situada en ambientes glamurosos, donde las damas exhiben sus mejores galas y
los caballeros visten correctamente (aunque las damas no sean tan damas, ni los
caballeros tan caballeros), que es el referente del que ha vivido la comedia clásica
norteamericana, durante toda su gloriosa existencia.
Ernst Lubitsch, que en sus inicios
en Alemania había cultivado la comedia con éxito, se hizo famoso en todo el
mundo, gracias a superproducciones históricas como “La mujer del Faraón”. Una
cinta de corte similar “Rosita, la cantante callejera” protagonizada por Mary
Pickford ,supuso su debut en Hollywood.
Más en los siguientes títulos que dirigió en los estudios Warner, volvió
al género con el que actualmente se le identifica. Con la llegada del sonoro,
impulsó una serie de operetas musicales que le granjearon el favor del gran
público. En esas cintas protagonizadas por el divo francés Maurice Chevalier y
la pícara Jeanette McDonald, fue perfeccionando un estilo que con “Un ladrón en
la alcoba” alcanza su diseño definitivo. Despojada de números musicales, que en
el inicio del sonoro constituían la mejor forma de atraer a los espectadores, esta
farsa irreverente utiliza a la perfección, los magníficos diálogos de Samson
Raphaelson, un estupendo guionista cuya primera vinculación con el cine,
fue escribir la pieza teatral que llevada a la pantalla, se convertiría en el
primer largometraje sonoro “El cantor de jazz”.
El brillante texto en manos del
gran director alemán, es utilizado de una manera ágil y precisa gracias a la
imaginativa utilización del montaje. Conversaciones tras puertas cerradas,
sombras que nos revelan una furtiva acción, son una pequeña muestra de la
espléndida galería de recursos de los que Lubitsch se vale, para ofrecernos, la
lectura más precisa de la historia. Este complejo artificio en ningún momento
demora la acción, muy al contrario contribuye a mantener la fluidez narrativa.
Los protagonistas Lily (Miriam
Hopkins) y Gaston Monescu (Herbert Marshall) son dos falsos aristócratas que
ejercen como ladrones de guante blanco. Tras su encuentro en el que
respectivamente intentan robarse, descubren que son almas gemelas. Comenzada en
la romántica Venecia, un año después la acción se traslada a París donde la
intrigante Madame Mariette Colet (Kay Francis) completará el divertido triángulo
amoroso.
No me propongo describiros el hilarante argumento, sino que os insto a
que el mago Lubitsch, os lo cuente con
su elegante narrativa. Veréis como estos “Problemas en el paraíso” (titulo original
de la cinta) siguen siendo tan sugerentes, como lo eran, hace ya ochenta años.
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