-¿Te acuerdas de la familia que vivía encima de casa?...Su
hijo solía mirarme
-Sin tu saberlo
-Su habitación estaba enfrente de la mía y yo me sentí
traviesa y me desnudé para que me viese… y de repente me dio mucha vergüenza y
corrí a cerrar las cortinas. No lo olvidaré nunca sentí escalofríos por todo el
cuerpo ¿no es horrible?
-Supongo que los seres humanos tienen cosas peores de que
avergonzarse
-Mama hace que me avergüence
de mi cuerpo. Y si por las noches tengo algún sueño erótico, me siento muy
culpable. ¿Cómo se pueden controlar los sueños?
-No se puede. No dejes que estropeen los tuyos. Solo tenemos
una buena razón para vivir, amar y ser amados, es la única razón de la
existencia.
Estos dos conversaciones
entre una adolescente y su padre, no creo que fueran muy habituales en Estados
Unidos cuando la cinta se estrenó en 1959, mucho menos aún en la España de
1971, fecha de su tardío y amputado estreno. Puede que estos diálogos no sean
los mejor escritos del Hollywood clásico, pero sirven para rebatir una de las
acusaciones que con frecuencia se hacen a este filme, que es una película noña y
pacata. Si atendemos a los recuerdos que de ella tienen, personas que la vieron
en su estreno, veremos como en su época
se calificó de ser un poco escandalosa.
La cinta de
Delmer Daves, un realizador que había hasta entonces destacado por cintas de
aventuras y sobre todo western, exponía con realismo temas hasta entonces tabú
desde que se instauró el Código Hays. Hoy que afortunadamente se van derribando
todas las restricciones que han sido mordazas para los creadores, puede que
muchos pasajes del filme resulten blandos y moralizantes, pero si lo observamos
con la lupa de la tradicional América del presidente Eisenhower, veremos lo
audaz que resultaba su planteamiento.
“A summer
place”, buscaba ante todo, conseguir el respaldo de un público juvenil, que
hasta mediada la década de los cincuenta había sido ninguneado por Hollywood.
La estelar irrupción de James Dean, había propiciado el alumbramiento de
estrellas realmente jóvenes, con los que su audiencia podía sentirse
identificada. Hasta entonces era habitual que este tipo de personajes los
hicieran actores que rebasaban la treintena.
Respaldados
por un reparto maduro muy convincente: Richard Egan, Dorothy McGuire, Arthur
Kennedy, el filme supuso el perfecto lanzamiento de dos iconos de su época:
Sandra Dee y Troy Donahue. La joven actriz que ya destacara como hija de Lana
Turner en el remake de “Imitación a la vida” no tuvo una carrera demasiado
afortunada. En cuanto a Donahue , volvió a trabajar a las órdenes de Daves en
otros tres filmes de corte parecido: “Parrish”, “Susan Slade” y “Más allá del
amor”, además de encarnar al segundo teniente Matt Hazard en el vigoroso
western “Una trompeta lejana” de Walsh. Tras esa gloriosa etapa en Warner fue
relegando su actividad a cometidos secundarios.
Más allá de la nostalgia y de la
estupenda música de Max Steiner, este drama apasionado que nos habla de
matrimonios destruidos y de jóvenes que encuentran por primera vez el amor, es
un excelente filme, con una maravillosa fotografía, donde el romanticismo es el
auténtico protagonista. ¿Bailamos?
Lo más que he conocido sobre esta película ha sido su archifamosa banda sonora, pero la peli no la he visto... a ver si la encuentro. Gracias por recuperarla. Abrazo. Roy
ResponderEliminarGracias por comentar amigo, yo creo que es mucho mejor que lo que muchos críticos dicen.
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