-Lo más difícil de una obra de
teatro es el entreacto. El público se junta, tiene tiempo de pensar y termina
la obra por su cuenta y a su gusto. Sus gustos
nunca cambian. Lo único que les satisface es un casamiento.
-Sí, un casamiento. Lo consideran
el final de la comedia, cuando en realidad es el principio del drama.
Cuando rueda Sacha Guitry esta película, apenas
lleva un año ejerciendo de cineasta, aunque ya haya firmado uno de sus filmes
más emblemáticos” Le roman d'un tricheur”.
Una película famosa por sus innovaciones, quizás la más importante, la
inclusión de la voz en off, como método narrativo en el cine. Por el contrario,
Faisons un rêve...es poco más que una
obra de teatro filmada.
Estrenada en 1916, la pieza
teatral original sufrió dos cambios sustanciales. La inclusión de un prólogo
coral, ambientado en una fiesta de la alta burguesía, y la eliminación del
último acto de la pieza. Repuesta en varias ocasiones sobre las tablas, ya
había sido adaptada en Inglaterra en 1930 con el título de “Sleeping partners” por Seymour Hicks, un célebre actor
conocido principalmente por su encarnación del personaje de Scrooge.
Al igual que Hicks, Guitry era un
consumado actor de teatro. El poder contemplarlo en esta faceta, en una cinta
que como hemos dicho, se pudiera calificar de teatro enlatado, es el mayor aliciente de esta comedia tan ligera,
como las burbujas del champán.
En el animado prólogo,
especialmente escrito para la cinta, podemos observar a buena parte de lo más
granado del cine francés: Michel Simon,
Arletty, Marguerite Moreno, asistiendo a una fiesta que ameniza la exótica Orchestre tzigane de Jacques Zarou. La
anfitriona de la velada, la bellísima Jacqueline
Delubac, es interpelada por un invitado a la fiesta (Sacha Guitry).
-Madame deseo pedirle un favor.
Usted y su marido deben venir a mi casa, mañana a las cuatro menos cuarto, tengo algo
que mostrarles.
-Con mucho gusto.
Tras lo que empiezan a bailar un
romántico vals. En la escena siguiente, vemos al matrimonio ante la puerta del
apartamento. Recibidos por el mayordomo, esperan en la salita. El marido
interpretado por el genial Raimu, dice
a su esposa que no puede esperar más al dueño de la casa, aduciendo que a las
cuatro tiene que citarse con un hombre de negocios sudamericano, con el que
puede cerrar un lucrativo acuerdo. Ella le dice que lo aguardará cinco minutos
más. Cuando el marido desaparece, sale del baño el dueño, que confiesa a la
dama que todo ha sido una artimaña para verla a solas.
Así comienza este divertido juego
de seducción que es la base de la película. Una estupenda manera de conocer, a
un hombre polifacético, de personalidad arrolladora. Tan prolífico en su obra,
como en su vida conyugal. Autor de más de 120 piezas para la escena, una
veintena de libros de poesía y director de 25 películas, su mejor creación… fue
el mismo.
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