domingo, 13 de octubre de 2013

Las perlas de la corona (1937) Historias para no dormirse


Cada vez son más abundantes las recreaciones históricas, en fiestas populares, novelas, películas y series de televisión. Muchas adolecen de rigor histórico y lo que es peor, resultan aburridas. En “Las perlas de la corona” visitamos la historia europea  a lo largo de cuatrocientos años, con una mirada pícara, sin por ello caer en la caricatura.

El hilo conductor es el destino de esas perlas, que van cambiando de manos a lo largo de los siglos. Frente a ciudadanos anónimos de todos los estratos de la sociedad, veremos en acción a figuras tan conocidas como Francisco I, Napoleón Bonaparte, Catalina de Medicis o Eugenia de Montijo. Una convulsa trayectoria que viene a terminar en la flamante corona que lucen los monarcas británicos, pero en el camino tres de ellas han desaparecido. Deciden buscarlas un escritor francés, un chambelán papal y un caballero inglés.

La película es fruto del ingenio del dramaturgo y director de cine Sacha Guitry, que interpreta además a varios personajes. Le acompaña su mujer en aquél momento, Jacqueline Delubac, actriz tan hermosa como elegante.  Una elegancia que impregna toda la cinta, por desgracia algo poco común en el cine actual.

En menos de dos horas de duración somos testigos de cómo la ambición, la lujuria,  la avaricia y los sentimientos de piedad, son propias de la condición humana, patrimonio de monarcas o humildes siervos, de banqueros o de jugadores de baja estofa. Personajes que viven su amor de forma egoísta, sacrificada, comprada y desprendida.

Un gran espectáculo, donde el humor se cuela por palacios y burdeles, humanizando a la historia y a nosotros mismos.

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