miércoles, 19 de febrero de 2014

David y Betsabé (1951) La biblia con menos cartón piedra.

 

No es la primera película de Henry King que viene a este blog y desde luego no va a ser la última. Su excelente y diversa filmografía contiene estupendos ejemplos de los géneros más destacados del cine. Aunque en los últimos tiempos, menos frecuentado por el creciente laicismo de la sociedad occidental, el cine religioso siempre estuvo presente en las pantallas. Las diversas vidas de Jesús rodadas en los albores del nuevo medio, son testigo de ello.



Con el paso del tiempo, la temática sagrada fue despojándose de la reverente y estática mirada inicial. Una tendencia más naturalista de afrontar a los personajes religiosos puede observarse en la poca conocida cinta de Julien Duvivier “Gólgota” filmada en 1936, una cinta fascinante de la que espero ocuparme en breve. Siete años después el propio King ofreció una imagen naturalista en su magnífica recreación de la santa de Lourdes “La canción de Bernadette”. El realismo de sus imágenes, estaba muy alejado de las típicas imágenes de estampita tan recurrentes.



A partir de la década de los cincuenta, la Twenty Century Fox fue la productora que más filmes religiosos rodó, potenciando sus características épicas tan oportunas para resaltar el flamante cinemascope. En su mayoría son producciones espectaculares tan entretenidas como poco complejas. Una moda que siguieron otros estudios con mayor o menor fortuna, dado la excelente acogida que solían recibir por parte del público.



A diferencia de la mayoría de estos títulos “David y Betsabé”, es una producción que pretende presentar a los personajes del Antiguo Testamento, como seres de carne y hueso, con sus debilidades y su grandeza. La elección del rey David, unificador de la nación israelita e inspirador de muchos de los salmos de la liturgia hebrea y cristiana, resultaba perfecta, por su compleja experiencia vital.



La mirada del guionista Philip Dunne, se centra en el más famoso episodio de su vida, la historia de amor entre el famoso rey y Betsabé esposa de uno de sus mejores guerreros. Una pasión que se culmina, cuando el poderoso monarca, ordena a su fiel general que ocupe la vanguardia del ejército, asegurándose así su muerte en combate. Como consecuencia de ello, la ira de Dios se volcará sobre Israel y los nuevos esposos.



Pero a diferencia de otros acercamientos más rudos, la película retrata el amor de ambos no como algo impío, sino hermoso y natural. Y el profeta Datán, acertadamente interpretado por un colérico Raymond Massey, como un fanático que interpreta de la manera más dura el mensaje de Dios. Un bello flash back que rememora los orígenes de David, siendo un muchacho enfrentándose al gigante Goliat, antecede a un hermoso final de reconciliación y perdón.



Sin eludir que se trata de una producción de gran formato, fotografiada en maravilloso Technicolor por Leon Shamroy, el filme tiene un aspecto sobrio que huye de la vacua grandiosidad. La hermosa pareja protagonista conformada por Gregory Peck y Susan Hayward, encarna a las mil maravillas a los legendarios amantes, brindándonos una estupenda actuación para nada acartonada.



Si os asustan los filmes de esta temática, me gustaría que le dierais una oportunidad a esta hermosa cinta de King, un director que en mi modesta opinión, siempre colocaré entre los más grandes.

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