martes, 25 de febrero de 2014

Prohibido robar (1948) La mirada compasiva de Comencini


Desgraciadamente cada vez son más habituales, los casos de desnutrición en nuestra infancia. Un fantasma que ya creíamos alejado de nuestra sociedad y que por desgracia nos retrotraen a unos tiempos que algunos por edad no hemos conocido. Una miseria que está mucho más cerca de lo que creemos.


Eso es lo que descubre Don Pietro, un sacerdote que va rumbo a las misiones en Kenia. De camino pasa por Nápoles, donde descubre las terribles condiciones que soportan las clases menos favorecidas especialmente los niños, que ejercen de delincuentes para matar el hambre. Ante eso decide quedarse en la ciudad para iniciar su particular “ciudad de los muchachos” al ver la película de Spencer Tracy.

 
Este es el sucinto argumento del primer largometraje de Luigi Comencini, un autor concienciado con el mundo de la infancia, desde su cortometraje “Bambini in citta”, donde retrataba a los niños milaneses con el fondo de las ruinas de la guerra. Una mirada lírica y compasiva que tanto influye en su primer largometraje este “Prohibido robar”, que guarda evidentes semejanzas con su modelo norteamericano, pero con una mirada realista que lo acerca al cine que en su momento realizaba Vittorio De Sica.


En el papel protagonista Adolfo Celi cumple como el comprometido sacerdote, en esta tercera cinta de una larga carrera que le llevó a intervenir en producciones internacionales como “Operación trueno” y “El tormento y el éxtasis” o la penúltima cinta de Buñuel “El fantasma de la libertad”. Los niños la mayoría terribles, ante los que empalidecen sus homónimos americanos, tienen como contrapunto el angelical Mario Russo en el papel de “Peppinello”.

La música de Nino Rota, ilustra las conmovedoras andanzas de esta tragicomedia con final feliz,  una hermosa historia en la que se ve la mano del escritor Suso Cecchi D'Amico, autor de los guiones de cintas capitales del cine italiano. Sin poner a Comencini en el pedestal de las máximas figuras de la cinematografía transalpina, creo que su trayectoria merece un mayor reconocimiento. Pese a ser un cineasta fundamentalmente comercial, abordó con frecuencia cuestiones morales, que nos deben hacer reflexionar.
 


P.D. Como ayudante del sacerdote interviene la maravillosa Tina Pica, que posteriormente encarnaría a la leal “Caramella” en las divertidas comedias de Pan, amore e. Cuyas dos primeras cintas dirigió Comencini.

 
 

 
 

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