jueves, 27 de febrero de 2014

Malvaloca (1942) La pareja más famosa del cine español

 

El “Star System” no es en absoluto un sistema circunscrito a los estudios de Hollywood. Cinematografías como la italiana, la alemana, la francesa o la inglesa, explotaron con mayor o menor fortuna esta fórmula basándose en los artistas locales, con los que el público se identificaba más fácilmente.

Ya en los tumultuosos años de la República, el cine español contó con actores que alcanzaron una fama sin precedentes. Figuras tan populares como Imperio Argentina o Miguel Ligero, ya eran populares desde las iniciales producciones sonoras realizadas en Joinville por la Paramount. El fenómeno que supuso el debut del cantaor vallecano “Angelillo” en el remake sonoro, de “El negro que tenía el alma blanca”, quisieran tenerlo hoy cualquiera de nuestras estrellas actuales. Fue tal el impacto que tuvo, que al volver del exilio casi década y media después de terminar la guerra civil, Angelillo seguía manteniendo indemne su popularidad.


Mientras que en la década de los treinta, los artistas más populares eran por lo general cantantes o actores cómicos, la nueva década trajo consigo el advenimiento de un tipo de estrella  más identificado con los galanes y damas del cine norteamericano. A su semejanza se formaron parejas románticas que encandilaron a las plateas. De todas ellas, Amparito Rivelles y Alfredo Mayo lograron una repercusión sin precedentes.



Cuando se rodó “Malvaloca”, Alfredo Mayo se hallaba en la cúspide de la fama, al interpretar tres de los filmes “patríoticos” de más éxito Harka, Raza y A mí la legión. La jovencísima Amparito Rivelles, acababa de rodar dos filmes menores en Barcelona con el director Iquino, entonces asociado a la firma CIFESA. Cuando ambos se conocieron, surgió una historia de amor que trascendió las cámaras. Una publicidad extra, en la pacata España de postguerra. Pero a diferencia de otros romances divulgados por la prensa, Amparo y Alfredo sí que fueron novios. La oposición de la madre de “La Rivelles”, la eximia actriz de teatro María Fernanda Ladrón de Guevara, fue clave para que Amparo rompiera el compromiso, sólo cinco días antes de celebrarse la boda, cuando ya estaban cursadas las invitaciones. Una decisión que Mayo se tomó muy mal, disolviéndose una pareja que tanto éxito había proporcionado a ambos. Cuando se volvieron a reencontrar siete años después en “La leona de Castilla”, Amparo Rivelles era la máxima diva del cine nacional, mientras que el papel asignado al actor aunque importante, distaba de ser el protagonista.



Pero volvamos a los inicios, a ese drama moralizante, nacido de los inefables Serafín y Joaquín Alvarez-Quintero que lo llevaron a la escena en 1912 con la gran María Guerrero. Ya en 1926 se estrenó una versión muda a cargo de Benito Perojo. Ya en los años treinta Luis Marquina planeaba rodar una nueva adaptación. El cineasta hijo del otrora famoso dramaturgo Eduardo Marquina, había dirigido en la época republicana dos películas muy exitosas “Don Quintín el amargao” y “El bailarín y el trabajador”. Tras la guerra dirigió a Estrellita Castro en la divertida “Torbellino” junto a Manuel Luna. Un actor que brillaba tanto en la comedía como en el drama, aquí representa la imagen del hombre cruel y machista, causante de la desgracia de la pobre Malvaloca, que será regenerada gracias a la intervención de un hombre bueno que la hará su esposa. Este es el argumento de esta hermosa película, con un mensaje moral  avanzado, para la retrógrada época en que fue filmada.


Rodada con profusión de exteriores en la provincia de Sevilla, contó con la participación de la maravillosa cantaora “Gracia de Triana” que con su prodigiosa voz, ilustra los pasajes musicales de la cinta, incluyendo una estremecedora saeta en la escena cumbre del drama. Muchos son los motivos, para disfrutar de esta película que oportunamente restaurada, nos devuelve el amor apasionado, de una de las parejas míticas de nuestro cine.

 
P.D. Gracia de Triana, que incomprensiblemente no goza de la estima de muchos otros artistas coetáneos, es para mí una de las cimas de la canción. Brillante en el flamenco y la copla, su hermosa voz de carne y sangre, nos hace evocar a esa Andalucía, a la que tanto amamos.
En 1954 Paquita Rico volvió a protagonizar una nueva versión de Malvaloca dirigida por Ramón Torrado. En 1949 el prodigioso trío de la copla Quintero-León y Quiroga compusieron un pasodoble del mismo título, grabado por Pepe Blanco y Paquita Rico cuyo argumento no tiene nada que ver con la obra de los Álvarez-Quintero.

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