domingo, 8 de diciembre de 2013

El aire de Paris (1954) Jean Gabin o el glamour de la clase trabajadora.

 

El boxeo es el deporte que mejor ha retratado el cine. Un rosario de obras maestras (Cuerpo y alma, Toro salvaje) y películas estimables así lo acreditan. La atmósfera cargada del gimnasio es tan afín al medio cinematográfico, como el paisaje del  Monumental Valley fordiano.

Marcel Carné representante máximo del realismo clásico en el cine francés, retrata su particular visión del  mundo del cuadrilátero, en este hermoso drama. En un magnífico comienzo vemos avanzar al tren que lleva a dos de las protagonistas de la historia. Una es la modelo Corinne (Marie Daems), a quien se le cae un amuleto por la ventanilla, acción que observa André (Roland Lesaffre), un joven que trabaja recogiendo el carbón de las vías y que se hace con él. A la estación llega la modelo, comprometida con un maduro y rico hombre de negocios y Blanche (Arletty), que vuelve de Niza tras recibir la herencia de su abuela. Esta herencia consiste en una hermosa casa, a la que piensa trasladarse junto a su marido Victor (Jean Gabin)  un veterano boxeador, que ahora dirige un modesto gimnasio donde acoge a muchachos con dificultades económicas.


El sueño de empezar una nueva vida, al cálido amparo del sol que profesa Blanche, choca con el anhelo de Victor, de formar a un campeón, que alcance el éxito que a él se le negó. Cuando va a visitar a su alumno más prometedor al hospital, recibe la noticia de que ha fallecido. Allí conoce a André, que también era amigo del finado. Pese a sus iniciales reticencias, Victor logra convencer al joven de las posibilidades que tiene y de cómo el boxeo puede ser la solución para abandonar la miseria.  Todo parece ir según lo previsto, hasta la fortuita aparición de Corinne, con la que André inicia una relación apasionada, que  trastocará todos los planes de futuro del viejo boxeador.


Las luces y las sombras de la metrópoli francesa, están perfectamente dibujadas por el trazo firme del realizador francés. Desde las miserables habitaciones pateras de ambiente argelino, a la elegante mansión de la modelo Corinne, pasando por el sano ambiente del barrio obrero donde se ubica el gimnasio. De la miseria donde acecha el hambre, al mundo glamuroso de los hermosos modelos de Balenciaga.

“Aire de Paris” es una cinta de boxeo, pero ante todo es una historia de amor. O más bien de amores, el paterno filial de Victor con el díscolo André, la mencionada unión pasional de Corinne con el prometedor boxeador, la egoísta asociación de dominio de la modelo sufre a cargo de su  mentora y por último la sacrificada relación de Blanche con el  bienintencionado y poco práctico Victor. Por último la idílica imagen de la familia de tenderos italianos, sirve de contrapeso a la azarosa vida del resto de personajes.



Jean Gabin que por su magnífica creación del veterano púgil, recibió la prestigiosa Copa Volpi del Festival de Venecia, vuelve a reunirse con Arletty ,quince años después de la mítica Le jour se lève, también dirigida por Carné.  La veterana actriz francesa que no había vuelto a brillar con la misma fuerza en el cine francés de post-guerra nos deja en esta cinta una de sus mejores interpretaciones.



 

 
Menospreciada por amplios sectores de la crítica, que ningunean la obra de Carné más allá de las cintas que rodó en colaboración con el poeta Prevert (Los niños del paraíso, Le jour se leve, Les visiteurs du soir), esta cruda y romántica visión de París, es una maravillosa muestra, de una forma de hacer cine, carente del artificio de aplaudidas vanguardias, que sigue cautivando por su frescura y verdad.
La estupenda canción del filme La ballade du Paris, por su creador Yves Montand
                                 Arletty cantando una chanson de opereta en 1934
 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario