viernes, 6 de diciembre de 2013

En una isla tranquila al sur (1959) El amor es algo maravilloso


-¿Te acuerdas de la familia que vivía encima de casa?...Su hijo solía mirarme

-Sin tu saberlo

-Su habitación estaba enfrente de la mía y yo me sentí traviesa y me desnudé para que me viese… y de repente me dio mucha vergüenza y corrí a cerrar las cortinas. No lo olvidaré nunca sentí escalofríos por todo el cuerpo ¿no es horrible?

-Supongo que los seres humanos tienen cosas peores de que avergonzarse


-Mama  hace que me avergüence de mi cuerpo. Y si por las noches tengo algún sueño erótico, me siento muy culpable. ¿Cómo se pueden controlar los sueños?
-No se puede. No dejes que estropeen los tuyos. Solo tenemos una buena razón para vivir, amar y ser amados, es la única razón de la existencia.


Estos dos conversaciones entre una adolescente y su padre, no creo que fueran muy habituales en Estados Unidos cuando la cinta se estrenó en 1959, mucho menos aún en la España de 1971, fecha de su tardío y amputado estreno. Puede que estos diálogos no sean los mejor escritos del Hollywood clásico, pero sirven para rebatir una de las acusaciones que con frecuencia se hacen a este filme, que es una película noña y pacata. Si atendemos a los recuerdos que de ella tienen, personas que la vieron en  su estreno, veremos como en su época se calificó de ser  un poco escandalosa.



La cinta de Delmer Daves, un realizador que había hasta entonces destacado por cintas de aventuras y sobre todo western, exponía con realismo temas hasta entonces tabú desde que se instauró el Código Hays. Hoy que afortunadamente se van derribando todas las restricciones que han sido mordazas para los creadores, puede que muchos pasajes del filme resulten blandos y moralizantes, pero si lo observamos con la lupa de la tradicional América del presidente Eisenhower, veremos lo audaz que resultaba su planteamiento.



“A summer place”, buscaba ante todo, conseguir el respaldo de un público juvenil, que hasta mediada la década de los cincuenta había sido ninguneado por Hollywood. La estelar irrupción de James Dean, había propiciado el alumbramiento de estrellas realmente jóvenes, con los que su audiencia podía sentirse identificada. Hasta entonces era habitual que este tipo de personajes los hicieran actores que rebasaban la treintena.


Respaldados por un reparto maduro muy convincente: Richard Egan, Dorothy McGuire, Arthur Kennedy, el filme supuso el perfecto lanzamiento de dos iconos de su época: Sandra Dee y Troy Donahue. La joven actriz que ya destacara como hija de Lana Turner en el remake de “Imitación a la vida” no tuvo una carrera demasiado afortunada. En cuanto a Donahue , volvió a trabajar a las órdenes de Daves en otros tres filmes de corte parecido: “Parrish”, “Susan Slade” y “Más allá del amor”, además de encarnar al segundo teniente Matt Hazard en el vigoroso western “Una trompeta lejana” de Walsh. Tras esa gloriosa etapa en Warner fue relegando su actividad a cometidos secundarios.


Más allá de la nostalgia y de la estupenda música de Max Steiner, este drama apasionado que nos habla de matrimonios destruidos y de jóvenes que encuentran por primera vez el amor, es un excelente filme, con una maravillosa fotografía, donde el romanticismo es el auténtico protagonista. ¿Bailamos?
 

2 comentarios:

  1. Lo más que he conocido sobre esta película ha sido su archifamosa banda sonora, pero la peli no la he visto... a ver si la encuentro. Gracias por recuperarla. Abrazo. Roy

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  2. Gracias por comentar amigo, yo creo que es mucho mejor que lo que muchos críticos dicen.

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