lunes, 9 de diciembre de 2013

El boxeador (1926) Para Keaton no hay obras menores.


"La única persona que ha tenido para mí una actitud acertada acerca del boxeo en el cine ha sido Buster Keaton".


Esta afirmación que proviene de Martin Scorsese en pleno rodaje de “Toro salvaje”, no puede dejar de sorprender, ya que a “El boxeador” se le ha tenido siempre como una de las cintas menores de Keaton. Realizada justo antes de su indiscutible obra maestra “El maquinista de la General”, puede que la aureola que rodea a la legendaria comedia,  haya eclipsado a un flime tan maravilloso como este.


Buster Keaton que comenzaba en el cine, realizando pequeños papeles en los cortos del gran Fatty Arbuckle, había ido evolucionando desde sus primeras cintas como protagonista estelar, en las que abundaban las caídas y golpes propios del slapstick, a una comicidad más sutil desde su segundo largometraje “La ley de la hospitalidad”. Precisamente en su cuarto largo “El navegante” encarnaba a Rollo Treadway un apocado miembro de la alta sociedad del que parece un calco Alfred Butler, el personaje que interpreta en el boxeador.



Si acaso aún más melindroso, el joven mimado hasta en lo más nimio, recibe la sugerencia, que es más bien una orden, de que vaya de excursión a las montañas, con la esperanza de que al valerse por sí mismo se convierta en un hombre. A la aventura se dirige el intrépido Alfred en su lujoso coche acompañado de su inseparable mayordomo (Snitz  Edwards ) . En la lujosa tienda de campaña el millonario sigue llevando la misma forma de vida regalada que llevaba en la ciudad, atendido por el mayordomo hasta en lo más indispensable, lo que provoca uno de los momentos más divertidos de la cinta. En una de sus ridículos intentos de cazar, sentado en una barca, pierde el equilibrio y cae al rio, siendo salvado por una hermosa chica (Sally Ó´Neal) de la que se enamora.



-Desearía casarme con esa hermosa chica de la montaña (Alfred)

-Se lo arreglaré señor (El mayordomo)


De esta forma el resuelto sirviente se dirige a visitar al padre y el hermano de la chica, dos feraces montañeses que se oponen a la relación, alegando que Alfred es un debilucho. Este les responde que están equivocados, mostrándoles la imagen de un boxeador que se llama igual que su amo Alfred Butler, asegurándoles que quien la pretende es el famoso astro del ring.

Aquí comenzaran una serie de enredos de los que será cada vez más difícil desprenderse. La trama de la película, aunque tomada de una obra musical de Broadway, sufrió una gran transformación al ser llevada a la pantalla, adaptándose como un guante a la subyugante personalidad de Keaton, que en esta historia de superación personal, logra una de sus actuaciones más memorables. Sinceramente creo, que jamás como en esta cinta, el mundo del boxeo haya resultado tan divertido.

 
 
P.D. Snitz Edwards fue un secundario habitual en las cintas mudas de la década de los 20, interviniendo en filmes tan populares como "El ladrón de Bagdad", dos filmes más con Keaton (El colegial y Siete ocasiones) pero sobre todo es conocido como el miedoso tramoyista Papillon de la mítica "El fantasma de la ópera" protagonizada por Lon Chaney.
 

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