jueves, 2 de enero de 2014

Almas perversas (1956) Cine negro y gastronomía.


Es el tiempo de los asesinos

La hora de la soga y la traición

La hora sin piedad ni compasión

Por la vidas de los hombres

Es la hora que las mujeres

Preparan la cena mientras sus maridos

Persiguen prohibidos placeres

Entre los brazos de sus amantes.

 
Con esta canción cuya letra es del director Julien Duvivier, comienza esta apasionante película. Pocas veces es tan sencillo recomendar un filme, pues son muchas sus virtudes. En primer lugar el magnífico guion pleno de suspense y con sabrosos diálogos, obra de Duvivier y de Charles Dorat, actor de teatro y de algunas películas, cuya exigua carrera como  guionista se circunscribe a este filme y a la cinta de Buñuel “La fiebre sube al Pao”.
La cinta comienza en el legendario mercado parisino de “Les Halles”, hoy convertido en centro comercial. Para los amante del cine será siempre el lugar donde trabaja a destajo, el pobre Jack Lemmon en  Irma la dulce”. Allí está situado “La cita de los inocentes el renombrado restaurante de André Chatelin (Jean Gabin), un chef famoso tanto por el talento que desarrolla en la cocina, como  por su bonhomía. En una fría mañana llega Catherine (Danièle Delorme) una bella joven que dice ser hija de la ex-mujer del cocinero y que tras la muerte de su madre ha quedado desamparada. Apelando a la compasión, consigue que este primero le dé cobijo, luego trabajo y finalmente que le haga su esposa. Lo que ignora el confiado Chatelin, es que bajo su aspecto angelical, Catherine es un ser capaz de las mayores atrocidades.


Apasionante relato, genuino cine negro, tiene las suficientes dosis de suspense y costumbrismo para no desmerecer de los clásicos americanos.El veterano director francés, nos ofrece uno de los mejores títulos de su carrera, imponiendo un ritmo perfecto que irá acelerándose conforme se llega al final. Jean Gabin quien debe a Duvivier varios de los papeles más emblemáticos de su carrera, compone de forma prodigiosa su personaje, pareciendo que toda la vida la ha pasado entre fogones. Es maravillosa la forma en que presenta sus platos, dándoles la importancia que requieren. El carisma que despliega durante todo el filme, es marca de la casa. A su lado Daniéle Delorme, borda el retrato de mujer implacable. Después de llevar muchas películas a las espaldas, con este filme logra una de sus mejores creaciones. Dos años después volvería a coincidir con Gabin en la estupenda adaptación de “Los miserables” de Jean-Paul Le Chanois.

Después de unas cuantas películas joviales, os dejo con esta oscura historia, que te deja enganchado desde el comienzo. Exponente de las mayores virtudes del cine francés clásico, ajeno a experimentos, con una sabiduría narrativa que sigue manteniéndose fresca, seis décadas después de su estreno.
 

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