Te amaba, nunca he amado a nadie más
Ni lo haré, es la verdad Roy nunca amaré a nadie más.
Esta es la
última frase de una cinta que se ha convertido en la quintaesencia del cine
romántico. El vals de las velas, que los
enamorados bailan en la escena más memorable del filme, es una melodía que se
acostumbra a cantar recibiendo el año nuevo. Es la alternativa anglosajona a
nuestras doce uvas. Hoy coincidiendo con el último día del año, he pensado en
recordar este magnífico melodrama.
La historia
había sido creada para los escenarios por el dramaturgo Robert E. Sherwood. Estrenada el 6 de Enero de 1930, tuvo una buena
acogida y al año siguiente ya conoció
una versión cinematográfica a cargo de James
Whale y protagonizada por Mae Clarke y Kent Douglass . En ella se narraba la
historia de amor entre un soldado y una bailarina de vodevil metida a
prostituta. En su comienzo vemos una espectacular escena de teatro,
rabiosamente aplaudida, la cámara retrocede y nos ofrece a la protagonista,
saliendo del teatro acompañada de un oficial y luciendo una boa de zorro. Un
cartel anuncia que la obra lleva un año de representaciones. En la siguiente
escena vemos la misma imagen pero el cartel anuncia que son ya tres los años de
éxito de la obra. En la puerta volvemos a ver a la corista, acompañada de su
amiga, maldiciendo su mala suerte. Cambió a otra obra que no tuvo el éxito
esperado y ahora para subsistir se dedica al oficio más viejo del mundo. Para
cazar soldados decide ir al Puente De Waterloo, lugar muy transitado por estar
cercano a la estación del mismo nombre. Cuando resuenan las alarmas avisando
las bombas que los alemanes lanzan con sus dirigibles, recibe la ayuda de Roy,
un soldado que le conduce al refugio.
Cuando MGM
decide llevar de nuevo a la pantalla la obra, el Código Hays lleva siete años
implantado. Esta circunstancia lógicamente obligaría a no relatar con igual
crudeza la sordidez de la historia. No obstante con código o sin código, es muy
lógico pensar que los directivos de la Metro pensaban hacer un producto más
elegante y sobre todo que acentuara el romanticismo latente en la historia. Los
cambios sufridos en la narración son muchos, uno de ellos es la nacionalidad de
los personajes. Mientras en la nueva versión Roy es un soldado escocés de aristocrática familia y Myra evidentemente es
británica, en la película producida por la Universal ambos son norteamericanos.
Ella se encuentra en Londres huyendo de la miseria de una familia
desestructurada y él es hijastro de un oficial médico británico, que se alistó en
Canadá fruto de la euforia del ambiente.
Aunque el
encuentro de los jóvenes se produce de la misma forma, el personaje que encarna
la bellísima Vivien Lehig, es una
bailarina de ballet que debe someterse a la dictatorial disciplina de Madame
Olga directora de la compañía. Incumpliendo las normas de esta, decide acudir a
cenar al Canddlelight Club con Roy,
interpretado aquí por un apuesto Robert
Taylor. Al finalizar la velada se produce el ya comentado baile, cuyo
auténtico nombre es Auld Lang Syne,
una tradicional canción escocesa con letra de Robert Burns. El ya experimentado director Mervin Le Roy, decidió suprimir el diálogo de la escena, para que
las miradas de los amantes, a la luz cada vez más tenue de las velas, hablaran
por si solas.
Tras un infructuoso
intento de casarse, el soldado debe marchar al frente. A partir de entonces se
desencadenarán una serie de circunstancias adversas que culminarán con el
anuncio de la muerte de Roy. Sólo después de conocer esa noticia y como último
recurso de subsistencia, es cuando Myra se dedica a buscar soldados en la
estación de Waterloo. También por casualidad es como vuelve a encontrar a Roy
que sano y salvo ha regresado.
El destino, la
suerte, la casualidad…juegan de forma decisiva en esta adaptación. Un azar que
influye decisivamente en el futuro de la pareja. Un aura de fatalismo que preside todo el
relato. Comenzado en un largo flash-back, donde el maduro Coronel Cronin,
presto a embarcar rumbo a Francia al comienzo de la segunda guerra mundial,
pasa por el puente de Waterloo y empieza a rememorar su gran historia de amor.
Despido el año con la maravillosa
Vivien Lehig, quizás la criatura más hermosa que ha dado la historia del cine,
protagonista de esta maravillosa cinta, imprescindible para los que nos
consideramos románticos empedernidos.
P.D. En la primera versión de
James Whale, Bette Davis interpretó
a la hermana de Roy.
En 1956 se rodó una tercera
versión ya en color que trasladaba la acción a 1944 y cambiaba los nombres de
los amantes. Se tituló Gaby siendo
los protagonistas Leslie Caron y John Kerr.